Diálogos memorables

POLONIO:

Retiraos, os lo ruego, retiraos.
Voy a hablarle. Con permiso.
 
(Salen el REY y la REINA.)
 
¿Cómo está mi Príncipe Hamlet?
HAMLET:
Bien, gracias.
POLONIO:
¿Sabéis quién soy, señor?
HAMLET:
Perfectísimamente: sois un pescadero.
POLONIO:
¿Yo? No, señor.
HAMLET:
Pues ojalá fueseis tan honrado.
POLONIO:
¿Honrado, señor?
HAMLET:
Claro: tal como va el mundo, ser honrado es ser uno entre diez mil.
POLONIO:
Muy cierto, señor.
HAMLET:
Pues si el sol cría gusanos en un perro muerto, que es carnaza digna de besar...
¿Tenéis una hija?
POLONIO:
Sí, señor.
HAMLET:
Que no salga al sol. Concebir es una dicha, mas no como pueda concebirlo vuestra
hija. Amigo, cuidado.
POLONIO:
[aparte] ¿Qué te parece? Siempre con mi hija. Aunque al principio no me conoció:
dijo que yo era pescadero. Está ido, ido. La verdad es que yo, en mi juventud,
también sufrí penas de amor, casi tanto como él. Le hablaré otra vez. - ¿Qué leéis,
señor?
HAMLET:
Palabras, palabras, palabras.
POLONIO:
¿De qué tratan, señor?
HAMLET:
¿Tratan, quién?
POLONIO:
Quiero decir lo que leéis, señor.
HAMLET:
Son calumnias, pues el satírico granuja dice aquí que los viejos tienen la barba cana,
la cara llena de arrugas, los ojos segregando resina o savia de ciruelo, y que andan
escasos de juicio y flojos de muslos. Todo lo cual, señor, aunque lo creo con firmeza
y entereza, no me parece correcto escribirlo así. Vos mismo os volveríais de mi edad
si pudierais andar para atrás como un cangrejo.
POLONIO:
[aparte] Será locura, pero con lógica. - ¿Queréis pasar donde no haga aire?
HAMLET:
¿A mi tumba?
POLONIO:
Ahí sí que no hace aire. [Aparte] ¡Qué atinadas suelen ser sus respuestas! La locura
acierta a veces cuando el juicio y la cordura no dan fruto. Voy a dejarte, y en seguida
urdiré el modo de que se encuentre con mi hija. - Honorable señor, humildemente
pido licencia para retirarme.
HAMLET:
No podéis pedirme nada que yo no os dé con mayor gusto; salvo mi vida, mi vida.
POLONIO:
Adiós, señor.
HAMLET:
¡Viejos tontos y cargantes!
                                                             William Shakespeare, Hamlet, II,ii
 

HAMLET:
Ser o no ser, esa es la cuestión:
si es más noble para el alma soportar
las flechas y pedradas de la áspera Fortuna
o armarse contra un mar de adversidades
y darles fin en el encuentro. Morir: dormir,
nada más. Y si durmiendo terminaran
las angustias y los mil ataques naturales
herencia de la carne, sería una conclusión
seriamente deseable. Morir, dormir:
dormir, tal vez soñar. Sí, ese es el estorbo;
pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno
ya libres del agobio terrenal,
es una consideración que frena el juicio
y da tan larga vida a la desgracia. Pues, ¿quién
soportaría los azotes e injurias de este mundo,
el desmán del tirano, la afrenta del soberbio,
las penas del amor menospreciado,
la tardanza de la ley, la arrogancia del cargo,
los insultos que sufre la paciencia,
pudiendo cerrar cuentas uno mismo
con un simple puñal? ¿Quién lleva esas cargas,
gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida,
si no es porque el temor al más allá,
la tierra inexplorada de cuyas fronteras
ningún viajero vuelve, detiene los sentidos
y nos hace soportar los males que tenemos
antes que huir hacia otros que ignoramos?
La conciencia nos vuelve unos cobardes,
el color natural de nuestro ánimo
se mustia con el pálido matiz del pensamiento,
y empresas de gran peso y entidad
por tal motivo se desvían de su curso
y ya no son acción. - Pero, alto:
la bella Ofelia. Hermosa, en tus plegarias
recuerda mis pecados.
OFELIA:
Mi señor, ¿cómo ha estado Vuestra Alteza
todos estos días?
HAMLET:
Con humildad os lo agradezco: bien, bien, bien.
OFELIA:
Señor, aquí tengo recuerdos que me disteis
y que hace tiempo pensaba devolveros.
Os lo suplico, tomadlos.
HAMLET:
No, no. Yo nunca os di nada.
OFELIA:
Mi señor, sabéis muy bien que sí,
y con ellos palabras de aliento tan dulce
que les daban más valor. Perdida su fragancia,
tomad vuestros presentes: para el ánimo noble,
cuando olvida el donante se empobrecen sus dones.
Tomad, señor.
HAMLET:
¡Ajá! ¿Eres honesta?
OFELIA:
¡Señor!
HAMLET:
¿Eres bella?
OFELIA:
¿Qué queréis decir?
HAMLET:
Que si eres honesta y bella, tu honestidad no debe permitir el trato con tu belleza.
OFELIA:
¿Puede haber mejor comercio, señor, que el de honestidad y belleza?
HAMLET:
Pues sí, porque la belleza puede transformar la honestidad en alcahueta antes que la
honestidad vuelva honesta a la belleza. Antiguamente esto era un absurdo, pero
ahora los tiempos lo confirman. Antes te amaba.
OFELIA:
Señor, me lo hicisteis creer.
HAMLET:
No debías haberme creído, pues la virtud no se puede injertar en nuestro viejo tronco
sin que quede algún resabio. Así que no te amaba.
OFELIA:
Más me engañé.
HAMLET:
¡Vete a un convento! ¿Es que quieres criar pecadores? Yo soy bastante decente, pero
puedo acusarme de cosas tales que más valdría que mi madre no me hubiese
engendrado. Soy muy orgulloso, vengador, ambicioso, con más disposición para
hacer daño que ideas para concebirlo, imaginación para plasmarlo o tiempo para
cumplirlo. ¿Por qué gente como yo ha de arrastrarse entre la tierra y el cielo? Todos
somos unos miserables: no nos creas a ninguno. Venga, vete a un convento. ¿Dónde
está tu padre?.
OFELIA:
En casa, señor.
HAMLET:
Cerrad bien las puertas, que sólo haga el bobo allí dentro. Adiós.
OFELIA:
¡El cielo le asista!
HAMLET:
Si te casas, sea mi dote esta maldición: serás más casta que el hielo y más pura que la
nieve, y no podrás evitar la calumnia. Vete a un convento, anda, adiós. O si es que
has de casarte, cásate con un tonto, pues el listo sabe bien los cuernos que ponéis, A
un convento, vamos, deprisa. Adiós.
OFELIA:
¡Santos del cielo, curadle!
HAMLET:
Sé muy bien lo de vuestros afeites. Dios os da una cara y vosotras os hacéis otra.
Andáis a saltitos o pausado, gangueando bautizáis todo lo creado, y hacéis pasar por
inocencia vuestros dengues. Muy bien, se acabó; me ha vuelto loco. Ya no habrá más
matrimonios. De los que ya están casados vivirán todos menos uno. Los demás, que
sigan como están. ¡A un convento, vamos!
 
William Shakespeare, Hamlet.III,i
 
 
-La aventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
-¿Qué gigantes?- dijo Sancho Panza.
-Aquellos de allí ves- respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
-Mire vuestra merced- respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas por el viento, hacen andar la piedra del molino.
-Bien parece- respondió do Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
 
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I.VIII
 
 
 
 
 
Osgood: Hablé con mamá. Estaba tan contenta que hasta lloró. Quiere que lleves su vestido de novia. Es de encaje blanco.
Dafne: Osgood, no puedo casarme con el vestido de tu mamá, seguro que ella y yo... ¡no tenemos el mismo tipo!.
Osgood: Podemos reformarlo.
Dafne: ¡No hace falta! Osgood, he de ser sincera contigo... ¡tú y yo no podemos casarnos!.
Ogood: ¿Por qué no?.
Dafne: Pues... ¡Primero porque no soy rubia natural!.
Osgood: (sonríe) No me importa.
Dafne: Y... ¡fumo! ¡fumo muchísimo!.
Osgood: Me es igual.
Dafne: Tengo un horrible pasado, desde hace tres años estoy viviendo con un saxofonista.
Osgood: Te lo perdono.
Dafne: Nunca podré tener hijos...
Osgood: Los adoptaremos.
Dafne: (desesperada) ¡No me comprendes Osgood! ¡AGGH! ¡SOY UN HOMBRE!.
Osgood: Bueno... nadie es perfecto.
Billy Wilder, Con faldas y a lo loco
 

 

 

Groucho: Haga el favor de poner su atención en la primera cláusula porque es muy importante. Dice que…"La parte contratante de la primera parte, será considerada como la parte contratante de la primera parte" ¿Que tal? ¿Está muy bien, eh?

Chico: No, eso no está bien.

Groucho: ¿Por qué no está bien?

Chico: No lo se, quisiera volver a oírlo.

Groucho: Dice que…"La parte contratante de la primera parte, será considerada como la parte contratante de la primera parte"

Chico: Si, si. Esta vez parece que suena mejor.

Groucho: A todo se acostumbra uno. Si usted quiere lo leo otra vez.

Chico: Tan solo la primera parte.

Groucho: ¿Sobre la parte contratante de la primera parte?

Chico: No. Solo la parte de la parte contratante de la primera parte.

Groucho: Dice que…"La parte contratante de la primera parte, será considerada como la parte contratante de la primera parte y la parte contratante de la primera parte, será considerada en este contrato…" Oiga ¿Por que habremos de pelearnos por una tontería como esta? La cortamos.

Chico: Si. Es demasiado largo. ¿Que es lo que nos queda ahora?

Groucho: Más de medio metro todavía. Dice ahora……"La parte contratante de la segunda parte, será considerada como la parte contratante de la segunda parte".

Chico: Eso si que no me gusta nada.

Groucho: ¿Qué le encuentra?

Chico: Nunca segundas partes fueron buenas.

Groucho: El otro día vi un partido de fútbol y la segunda parte fue mejor que la primera. Le pegaron al árbitro y todo.

Chico: Eh. Escuche. ¿Por que no hacer que la primera parte de la segunda parte contratante sea la segunda parte de la primera parte?

Groucho: Pues… En vez de discutir ¿Qué le parece a usted si…?

Chico: Bien.

Groucho: Aquí hay una cláusula que le va a volver a usted loco de alegría. Ya lo verá.

Chico: No. No me gusta.

Groucho: ¿Qué es lo que no le gusta?

Chico: ¡Sea lo que sea no me gusta!

Groucho: Bueno, no vamos a romper nuestra vieja amistad por una cosa sin importancia. ¿Listo?

Chico: Listo. Ahora en esta parte hay algo que si que no le gustará.

Groucho: Bien. Su palabra es suficiente para mí. Dígame ¿La mía es suficiente para usted?

Chico: Desde luego que no.

Groucho: Bueno, pues quitemos un par de cláusulas. "La parte contratante de la octava parte…"

Chico: ¡No, no, he dicho que no!

Groucho: "La parte contratante de…"

Chico: ¡No- ¡Caramba, Sra. Claggool!, ¿Qué tal? 

- Vd. me había invitado a cenar a las siete, son las ocho y estamos sin cenar.

- ¿Cómo que no?   Yo acabo de zamparme la mejor comilona de mi vida y Vd. dándome la espalda. Cuando yo invito a una mujer lo menos que puedo pedir es que mire mi bigote, es el precio que tiene que pagar, mi buena mujer.

- Yo no soy su buena mujer.

- No diga eso, yo la adoro.

- ¿Y para demostrarme su amor viene aquí a cenar con otra mujer?

- ¿Esa mujer?   Estaba con ella justamente porque me recuerda a Vd. y por eso estoy cenando ahora con Vd; Vd. me recuerda a Vd. Sus ojos, su garganta, sus labios, todo me recuerda a Vd. excepto Vd. Creo que está bien claro, aunque que me ahorquen si lo entiendo. ¿Me sigue Vd.? 

- Sí...

- Pues deje de hacerlo o llamaré a la policía., esa tampoco, no! Oiga ¿Como es que mi contrato es más pequeño que el de usted?

Groucho: No lo se. Seguramente es porque usted es más chico que yo. De todos modos estamos de acuerdo ¿Verdad?

Chico: Sí, eso sí.

Groucho: Entonces ponga usted su firma ahí y así el… contrato será legal.

Chico: Me olvidé de decirle que no se escribir.

Groucho: Oh, es igual. La estilográfica no tiene tinta. Pero el contrato está hecho ¿No es eso?

Chico: ¡Claro, por supuesto!

Groucho: Nos obliga un contrato aunque sea muy pequeño.

Chico: Espere, espere. ¿Qué es lo que dice aquí en esta línea?

Groucho: Oh, eso no es nada. Una cláusula común a todos los contratos, solo dice… "Si se demostrase que cualquiera de las partes firmantes de este contrato, no se hayan en uso de sus facultades mentales, quedará automaticamente anulado en todas sus cláusulas".

Los hermanos Marx

Una noche en la ópera

 - ¡Caramba, Sra. Claggool!, ¿Qué tal? 

- Vd. me había invitado a cenar a las siete, son las ocho y estamos sin cenar.

- ¿Cómo que no?   Yo acabo de zamparme la mejor comilona de mi vida y Vd. dándome la espalda. Cuando yo invito a una mujer lo menos que puedo pedir es que mire mi bigote, es el precio que tiene que pagar, mi buena mujer.

- Yo no soy su buena mujer.

- No diga eso, yo la adoro.

- ¿Y para demostrarme su amor viene aquí a cenar con otra mujer?

- ¿Esa mujer?   Estaba con ella justamente porque me recuerda a Vd. y por eso estoy cenando ahora con Vd; Vd. me recuerda a Vd. Sus ojos, su garganta, sus labios, todo me recuerda a Vd. excepto Vd. Creo que está bien claro, aunque que me ahorquen si lo entiendo. ¿Me sigue Vd.? 

- Sí...

- Pues deje de hacerlo o llamaré a la policía.

 Los hermanos Marx

 

 

[Deckard trepa por la fachada del edificio. Roy aúlla]

Roy: Esto duele. Has sido algo irracional, sin mencionar el comportamiento antideportivo. [ Roy se ríe al observar a Deckard trepar hasta la azotea ] ¿Adónde vas?

[Deckard llega a la azotea. Intenta saltar hasta otro edificio, pero se queda corto. Se mantiene suspendido de una viga con el vacío bajo sus pies]

[Roy toma una paloma. Salta prodigiosamente. Observa el sufrimiento de Deckard, a punto de caer al vacío]

Roy: Es toda una experiencia vivir con miedo, ¿verdad? Eso es lo que significa ser esclavo.

[Deckard cae, pero Roy logra sujetarlo en el último momento. Le levanta en vilo y le deja sobre la azotea]

Roy: Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.

[Roy muere. La paloma sale volando hacia el cielo]

Deckard (voice-over): No sé por qué me salvó la vida. Quizás en esos últimos momentos amaba la vida más de lo que la había amado nunca. No solo su vida, la vida de todos. Mi vida. Todo lo que él quería eran las mismas respuestas que todos buscamos: de dónde vengo, adónde voy, cuánto tiempo me queda... Todo lo que yo podía hacer era sentarme allí y verle morir.

Gaff: Ha hecho un buen trabajo, señor. Supongo que ya está acabado.

Deckard: He acabado.

Gaff: Lástima que ella no pueda vivir. Pero ¿quién vive?

Blade Runner (Ridley Scott), 1982

 

Johnny: ¿A cuántos hombres has olbidado?

Vienna: A tantos como mujeres tú recuerdas.

Johnny: ¡No ta vayas!

Vienna: No me he movido.

Johnny: Dime algo agradable.

Vienna: Claro. ¿Qué quieres que te diga?

Johnny: Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años. Dímelo.

Vienna: Te he esperado todos estos años.

Johnny: Dime que habrías muerto si yo no hubiese vuelto.

Vienna: Habría muerto si tú no hubieses vuelto.

Johnny: Dime que aún me quieres como yo te quiero.

Vienna: Aún te quiero como tú me quieres

Johnny: Gracias (bebe). Muchas gracias.